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" Pero, en 1915, Alemania se lanzó a la segunda alternativa, y su decisión fue coronada por grandes éxitos. Dejó a los franceses y británicos gastarse contra sus líneas de trincheras de Francia. A la vez, Alemania, acompañada de sus aliados, marchó contra Rusia y consiguió, al llegar el otoño, conquistar territorios enormes. Además, todo el sistema de fortalezas y de ferrocarriles estratégicos rusos se hallaba en sus manos, los ejércitos rusos se encontraban en gran medida destruidos y el Estado ruso gravemente herido. El único medio para que los aliados pudieran ayudar a Rusia era forzar los Dardanelos, único contraataque que podía ser realmente efectivo. Si se hubiera logrado, se habría establecido contacto directo y permanente entre Rusia y sus aliados occidentales y se habría eliminado de la guerra a Turquía, o por lo menos a la Turquía europea, además de ofrecer la posibilidad de unir contra Austria y Alemania al conjunto de los estados balcánicos: Serbia, Grecia, Bulgaria y Rumanía. Así, no solo habría recibido Rusia un socorro directo, sino que habría experimentado además un enorme alivio por la presión que habrían ejercido instantáneamente los estados balcánicos sobre el Imperio austrohúngaro. Por desgracia, la visión limitada y estrecha de los almirantes y generales británicos y del Gran Cuartel General francés había obstruido esta brillante maniobra. En lugar de ser una concepción estratégica clara, vestida y armada con todo lo que podían proporcionar los conocimientos de los estados mayores y la autoridad de los mandos, había resultado víctima de resistencias, obstáculos e inanición de medios, hasta que se la dejó consumir del todo. El tiempo que ganó con este desbarajuste y la situación creada por las derrotas rusas permitieron a Alemania, en septiembre, dar un paso más en su estrategia de atacar al más débil. Falkenhayn organizó un ataque contra Serbia. Se ganó a Bulgaria para el bando alemán, se conquistó a Serbia y se estableció contacto directo entre los imperios centrales y Turquía. Así el fracaso y abandono final de la campaña de los Dardanelos sellaba el destino, no solo de los estados balcánicos, sino también de Rusia, en el mismo momento en que las desastrosas batallas de la Champagne y de Loos demostraban que el frente alemán era irrompible en el Oeste. El contacto directo entre Alemania y Turquía, establecido a través de Bulgaria, vivificó al imperio otomano y abrió el camino hacia Oriente. Así pues, el año 1915, fue de grandes triunfos para Alemania, y Falkenhayn podía pretender con justicia que, entre las faltas de sus enemigos y su política de guerra de atacar al más débil, había logrado reparar la desastrosa situación en que se había encontrado su país a fines de 1914. Alemania poseía de nuevo la oportunidad y la iniciativa; a ella le tocaba ahora jugar de nuevo y el año 1916 empezaba en una espera ansiosa de cuál iba a ser su próxima jugada. "

Winston S. Churchill , The World Crisis, 1911-1918


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Winston S. Churchill quote : Pero, en 1915, Alemania se lanzó a la segunda alternativa, y su decisión fue coronada por grandes éxitos. Dejó a los franceses y británicos gastarse contra sus líneas de trincheras de Francia. A la vez, Alemania, acompañada de sus aliados, marchó contra Rusia y consiguió, al llegar el otoño, conquistar territorios enormes. Además, todo el sistema de fortalezas y de ferrocarriles estratégicos rusos se hallaba en sus manos, los ejércitos rusos se encontraban en gran medida destruidos y el Estado ruso gravemente herido. El único medio para que los aliados pudieran ayudar a Rusia era forzar los Dardanelos, único contraataque que podía ser realmente efectivo. Si se hubiera logrado, se habría establecido contacto directo y permanente entre Rusia y sus aliados occidentales y se habría eliminado de la guerra a Turquía, o por lo menos a la Turquía europea, además de ofrecer la posibilidad de unir contra Austria y Alemania al conjunto de los estados balcánicos: Serbia, Grecia, Bulgaria y Rumanía. Así, no solo habría recibido Rusia un socorro directo, sino que habría experimentado además un enorme alivio por la presión que habrían ejercido instantáneamente los estados balcánicos sobre el Imperio austrohúngaro. Por desgracia, la visión limitada y estrecha de los almirantes y generales británicos y del Gran Cuartel General francés había obstruido esta brillante maniobra. En lugar de ser una concepción estratégica clara, vestida y armada con todo lo que podían proporcionar los conocimientos de los estados mayores y la autoridad de los mandos, había resultado víctima de resistencias, obstáculos e inanición de medios, hasta que se la dejó consumir del todo. El tiempo que ganó con este desbarajuste y la situación creada por las derrotas rusas permitieron a Alemania, en septiembre, dar un paso más en su estrategia de atacar al más débil. Falkenhayn organizó un ataque contra Serbia. Se ganó a Bulgaria para el bando alemán, se conquistó a Serbia y se estableció contacto directo entre los imperios centrales y Turquía. Así el fracaso y abandono final de la campaña de los Dardanelos sellaba el destino, no solo de los estados balcánicos, sino también de Rusia, en el mismo momento en que las desastrosas batallas de la Champagne y de Loos demostraban que el frente alemán era irrompible en el Oeste. El contacto directo entre Alemania y Turquía, establecido a través de Bulgaria, vivificó al imperio otomano y abrió el camino hacia Oriente. Así pues, el año 1915, fue de grandes triunfos para Alemania, y Falkenhayn podía pretender con justicia que, entre las faltas de sus enemigos y su política de guerra de atacar al más débil, había logrado reparar la desastrosa situación en que se había encontrado su país a fines de 1914. Alemania poseía de nuevo la oportunidad y la iniciativa; a ella le tocaba ahora jugar de nuevo y el año 1916 empezaba en una espera ansiosa de cuál iba a ser su próxima jugada.