" —¿Solas? —pregunta a nadie.
Pasan unos segundos. El mar rompe ahora con más fuerza contra las rocas, más abajo. Mamá habla de nuevo sin girarse. Al mar. A Helena.
—Enfermas sí. Desquiciadas también. Y rotas.
Los cirros se deslizan sobre el solo poniente. La luz es naranja, granate, preciosa.
—Solas no. Al menos hasta que yo muera, niñas. No quiero volver a oíros decir eso nunca más. A ninguna. Nunca —termina con firmeza. "
― Alejandro Palomas , El tiempo que nos une