" Quizás para compensar ese cuerpo maltrecho y grotesco que me había tocado en suerte, mi cerebro vivía siempre atento, ávido, y aprender se me facilitaba sobremanera, como si desde un comienzo supiera que mi inteligencia iba a ser la única arma de supervivencia en medio de un mundo cruel y amenazante "
― Mario Mendoza , La melancolía de los feos