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" -Afirma usted, señora, carecer de motivos para haber intentado envenenar a su marido.
-En efecto. Nadie tiene motivos para destruir un espléndido objeto ornamental. Mi decepción, respecto a la vacuidad de su carácter, no puede obcecarme hasta el punto de negar que su exterior es asombrosamente perfecto. Créame que me siento orgullosa cuando leo en los ojos de otras mujeres un punto de admiración hacia su espléndida belleza. ¡Cierto que experimento la misma vanidad cuando alguien en el hipódromo elogia la armonía de líneas del caballo preferido de mis cuadras! ¡Y no se me ocurre por ello matar a mi caballo! (...)
Una mañana ese caballo me coceó. Si sus cascos no hubieran tropezado en una de las barras transversales de la caballeriza me hubiera matado, sin lugar a dudas. Aquello me afectó demasiado. No podía entender cómo un animal al que yo había criado y al que consideraba tan noble, y al que admiraba tanto, sintiese aquella inquina hacia mí. "

Torcuato Luca de Tena , Los renglones torcidos de Dios


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Torcuato Luca de Tena quote : -Afirma usted, señora, carecer de motivos para haber intentado envenenar a su marido.<br />-En efecto. Nadie tiene motivos para destruir un espléndido objeto ornamental. Mi decepción, respecto a la vacuidad de su carácter, no puede obcecarme hasta el punto de negar que su exterior es asombrosamente perfecto. Créame que me siento orgullosa cuando leo en los ojos de otras mujeres un punto de admiración hacia su espléndida belleza. ¡Cierto que experimento la misma vanidad cuando alguien en el hipódromo elogia la armonía de líneas del caballo preferido de mis cuadras! ¡Y no se me ocurre por ello matar a mi caballo! (...)<br />Una mañana ese caballo me coceó. Si sus cascos no hubieran tropezado en una de las barras transversales de la caballeriza me hubiera matado, sin lugar a dudas. Aquello me afectó demasiado. No podía entender cómo un animal al que yo había criado y al que consideraba tan noble, y al que admiraba tanto, sintiese aquella inquina hacia mí.