" –¡Frasquita! ¡Soy el Corregidor!
–¡Aunque fuera usted el Rey! A mí ¿qué? ¡Yo soy la mujer de mi marido, y el ama de mi casa! ¿Cree usted que yo me asusto de los Corregidores? ¡Yo sé ir a Madrid, y al fin del mundo, a pedir justicia contra el viejo insolente que así arrastra su autoridad por los suelos! Y, sobre todo, yo sabré mañana ponerme la mantilla, e ir a ver a la señora Corregidora... "
― Pedro Antonio de Alarcón , El sombrero de tres picos