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" No sabían que las armas más poderosas que les había dado su Dios no eran los caballos obedientes ni los perros fornidos y sanguinarios ni los cañones que escupen el trueno, sino sus propios estornudos esparciendo la gripa y sus abrazos enfermos que hacían despertar en llagas a los cuerpos desnudos. Mucho antes de su llegada a las aldeas ya la pulmonía que trajeron había arrasado provincias enteras y la viruela negra volvía podredumbre viviente los cuerpos de los indios. Por eso su llegada fue vista con terror antes de que se conocieran sus intenciones, antes que la maldad de las almas confirmara la pestilencia de los cuerpos "

William Ospina , La serpiente sin ojos


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William Ospina quote : No sabían que las armas más poderosas que les había dado su Dios no eran los caballos obedientes ni los perros fornidos y sanguinarios ni los cañones que escupen el trueno, sino sus propios estornudos esparciendo la gripa y sus abrazos enfermos que hacían despertar en llagas a los cuerpos desnudos. Mucho antes de su llegada a las aldeas ya la pulmonía que trajeron había arrasado provincias enteras y la viruela negra volvía podredumbre viviente los cuerpos de los indios. Por eso su llegada fue vista con terror antes de que se conocieran sus intenciones, antes que la maldad de las almas confirmara la pestilencia de los cuerpos