" Holly le equilibraba la vida y se la hacía más agradable; pero despertaba en él una añoranza feroz, hasta cuando estaban en la misma habitación, como si él nunca pudiera saciarse. A veces le parecía un cristal de cuarzo grisáceo. Podías ver a través de él y también en su interior, y su perfección te dejaba boquiabierto. Buscabas información sobre él para saber cómo se había formado. Te lo llevabas a casa y lo guardabas como si fuera un tesoro. Se quedaba en el estante para que lo admiraran en todo su esplendor sin nunca, jamás, revelar el menor dato sobre sí mismo. "
― Laurie Colwin , Happy All the Time