" Sólo la carne les daba un respiro. Piel contra piel, se amaban. También de vacaciones: cuando se iban solos, cuando se dedicaban a subir montañas, cuando no había nadie ante quien pelearse. Ningún juez y ningún testigo. A Pablo le amarga, le obsesiona, no haber sido capaz de quererla mejor. Quererla a la altura de lo que de verdad la quería. "
― Rosa Montero , La buena suerte