Home > Author > Paul B. Preciado >

" Dentro de este sistema de reconocimiento, la divergencia corporal frente a la norma (talla y forma de los órganos sexuales, vello facial, forma y talla de los senos) es considerada como monstruosidad, violación de las leyes de la naturaleza, o perversión, violación de las leyes morales. Junto con la elevación de la diferencia sexual a categoría no solo natural, sino trascendental (como si estuviera más allá de todo contexto histórico o cultural), aparecen también las diferencias oposicionales entre homosexualidad y heterosexualidad, entre sadismo, masoquismo y pedofilia, entre normalidad y perversión. Aquello que hasta ahora eran simples prácticas sexuales se transforman en identidades y en condiciones políticas que deben ser estudiadas, repertoriadas, perseguidas, castigadas, curadas. Se inventan así el niño masturbador y el monstruo sexual. Cada cuerpo, nos dice Foucault, se vuelve un «individuo que es necesario corregir». La mujer barbuda, bajo esta nueva mirada epistemosexual, se convierte en objeto de observación científica o de espectáculo circense. Este doble movimiento, vigilancia medicojurídica y espectacularización mediática, exacerbado a través de técnicas informáticas y digitales de visión y difusión de información, será una de las características del régimen farmacopornográfico que comienza su expansión a mediados del siglo XX. "

Paul B. Preciado , Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era


Image for Quotes

Paul B. Preciado quote : Dentro de este sistema de reconocimiento, la divergencia corporal frente a la norma (talla y forma de los órganos sexuales, vello facial, forma y talla de los senos) es considerada como monstruosidad, violación de las leyes de la naturaleza, o perversión, violación de las leyes morales. Junto con la elevación de la diferencia sexual a categoría no solo natural, sino trascendental (como si estuviera más allá de todo contexto histórico o cultural), aparecen también las diferencias oposicionales entre homosexualidad y heterosexualidad, entre sadismo, masoquismo y pedofilia, entre normalidad y perversión. Aquello que hasta ahora eran simples prácticas sexuales se transforman en identidades y en condiciones políticas que deben ser estudiadas, repertoriadas, perseguidas, castigadas, curadas. Se inventan así el niño masturbador y el monstruo sexual. Cada cuerpo, nos dice Foucault, se vuelve un «individuo que es necesario corregir». La mujer barbuda, bajo esta nueva mirada epistemosexual, se convierte en objeto de observación científica o de espectáculo circense. Este doble movimiento, vigilancia medicojurídica y espectacularización mediática, exacerbado a través de técnicas informáticas y digitales de visión y difusión de información, será una de las características del régimen farmacopornográfico que comienza su expansión a mediados del siglo XX.