" DEBES SALIR DE TU ZONA DE CONFORT”, nos adoctrina la Modernidad.
A esta altura, ya saben que soy como un salmón que me encanta ir en contra de la corriente y de los eslogans imperativos de turno.
¿Por qué ese ensañamiento tan feroz con la comodidad?
Como si fuera algo menor y hasta malo sentirse seguro y a gusto… ¿Acaso lo escribió algún enemigo envidioso?
Es más, lograr ese confort quizá sea una de las cosas más difíciles de la vida. Y por supuesto, no hablo precisamente de lujos materiales.
Pero si uno se siente bien en donde está ¿para qué salir de ese lugar tan privilegiado y arriesgar el tesoro?
Si uno está mal, y no se siente confortable, es más lógico que uno intente cambiar esa situación y se lance a ciegas a cualquier otra cosa.
Pero lo opuesto, suena más a un masoquismo histérico e inconformista que a un buen consejo.
Por supuesto que entiendo la arenga que hay detrás de este eslogan tan popular en los coaching de época y no digo que no haya que arriesgarse, ni incluso aventurarse. Creo que no hay nada más estimulante que los desafíos difíciles e inciertos. Algunos, hasta arman su zona de confort personal con pinceladas de pura adrenalina. Lo incierto, para ellos, es puro confort.
En fin, ustedes también ya se habrán dado cuenta: la vida es una eterna contradicción y lo que sirve para algunos, es nefasto para otros…
Les dejo una frase que escribí para mi #libro Observados que nos habla también de estas contradicciones tan humanas.
“La insatisfacción es una fuente inagotable, tanto de infelicidad como de progreso. Ironías de la Humanidad. "
― Gonzalo Guma , OBSERVADOS: Más allá de Equinoccio