" Lo verdaderamente importante en la oración no es esto o aquello, sino que Dios se nos quiere dar. Éste es el don de todos los dones, lo «único necesario» (cf. Lc 10, 42). La oración es un camino para purificar poco a poco nuestros deseos, corregirlos e ir sabiendo lo que necesitamos de verdad: a Dios y a su Espíritu. "